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La
ITV del arte
El arte
y la arquitectura, son terrenos en los que la aparente dificultad
para evaluar objetivamente el trabajo o la obra de arte, da lugar a
que las malas prácticas crezcan a su aire.
Comentarios
del tipo: … el arte público es publicidad comercial
camuflada en forma de arte privado o que el arte público es
una broma y no debería de serlo (junto a las vacas en la vía
pública) responden a una realidad. Al observar la programación
de los Museos y centros de arte se ve que se repiten los nombres de
unos cuantos comisarios y artistas, que hay muchas exposiciones
importadas, y que el arte sigue una sola línea formal. Lo cual
puede traducirse en arte cerrado y en beneficio de unos cuantos. Que se resume en arte
público, con intereses privados.
Este
esquema de “lo público que sirve más a ciertos
intereses privados” trasladado a la contratación
laboral y de la adjudicación de concursos se traduce en
“concursos ilusorios” de proyectos o de puestos de
trabajo. En algunos casos se crean candidatos ilusorios que sirven de
relleno para cumplir con la legislación presente y en otros se
presenta como si realmente fuera un concurso real y se insta a
participar; este último caso es aún más perverso
ya que se juega con el trabajo y la ilusión de los otros.
Cuando
la mala práctica se institucionaliza, estamos en un estado de
corrupción y no uno de democracia. Es normal que no todo sean buenas prácticas, en
individuos, en instituciones o en goviernos y también ha de
ser normal que existan mecanismos de control.
Si las malas yerbas crecen
hay que cortarlas y crear una estructura que las impida crecer de
nuevo.
Se
propone una ITA o “Inspección Técnica del Arte y
de la Arquitectura”. Una agencia independiente que tendría
dos objetivos fundamentales: Uno, controlar la calidad y la selección
públicas del arte financiado con dinero público o que
está en espacio público así como el proceso de
concurso y contratación de obras y personas. Y dos, dar a los
productores primeros de la obra: los artistas, arquitectos y autores,
capacidad real de acción.
El
inspector podría ser el propio artista, que actuaría
como evaluador. Los artistas no sólo hacen arte sino que
también dan al arte un lugar en la cultura. Para ello
necesitan capacidad de acción reconocida y recursos. Los
problemas del arte son los mismos que los de ciencia: los fondos
“libres” e independientes no están en los primeros
productores y los artistas y científicos son validados
continuamente por agentes externos.
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