MASCULINISMOS, OPORTUNISMOS ESCÉNICOS y ALIENACIÓN
La Jauría es una obra de Jana Leo estrenada el 20 de Mayo del 2018; Jauría de Jordi Casanovas y dirigida por Miguel del Arco se estrenó el 25 Febrero del 2019.
PRIMERA PARTE: MASCULINISMOS Y OPORTUNISMOS ESCÉNICOS
Por todos es bien sabido que el establishment del arte también está dirigido por hombres. No hay más que mirar las colecciones de cualquier museo para ver el porcentaje de obras por sexos. A medida que el número de mujeres en las páginas de sucesos aumenta, lo hace también el de los hombres cuyas obras son noticia como detractores de la violencia machista.
Empecé a pensar en esto al leer el artículo de Marta García Miranda[1]: La violencia machista sube a escena. Miguel del Arco lleva al teatro el juicio de La Manada en ‘Jauría’ y Àlex Rigola convierte su instalación ‘Macho Man’ en un paisaje del terror machista: ambas propuestas coincidirán en Madrid. Me llama la atención el origen de una de las obras “la historia de Nastagio degli Onesti …que puede verse en el Museo del Prado con la firma de Botticelli…. del eterno castigo infligido a una mujer que ha de aprender la obediencia y la docilidad que pintó Botticelli. Ese es el punto de partida de Macho Man“. Àlex Rigola se refiere a Botticelli pero no a Artemisia Gentileschi, que describe así Carla Mascia[2]: “la pintora violada por su maestro, el pintor Agostino Tassi y su cuadro en el que nunca se sabrá si se autorretrató como santa Catalina de Alejandría la mártir —que prefirió morir decapitada antes que casarse con el emperador Majencio….Gentileschi. Aclamada fuera de España ha pasado muy pocos días fuera del almacén y ahora se ha expuesto en las galerías del museo del Prado”.
Han sido las mujeres las que han abierto una brecha en el trabajo sobre la violencia machista. Y es esa brecha la que hace posible que ahora estas obras de hombres tengan una aceptación social y se pongan en teatros mainstream. ¿Es casualidad que la obra Jauría de Jordi Casanovas, dirigida por Miguel del Arco y producida entre otros por Jordi Buxo de teatro Kamikaze y que la obra Macho Man de Àlex Rigola en los teatros del Canal sobre la violencia machista, producciones comerciales, estén realizadas por hombres? Yo creo que no. Las mujeres seguimos trabajando en pequeña escala y en lugares alternativos. Los hombres hacen grandes producciones cuyo incentivo parece ser comercial.
El problema de llevar la violación al espectáculo mainstream (como fue en su día, por ejemplo, llevar el movimiento punk a la moda) es que es una explotación del tema en términos económicos y lo que es más grave, una desviación del proyecto original que pierde su autenticidad y se engulle por el sistema desapareciendo. Este tema que abordo aquí, con el teatro, se puede ver extendido como fenómeno a otras disciplinas, por ejemplo la arquitectura, donde se ve como arquitectos sin tradición en trabajos sociales empiezan por ser tendencias a hacer “arquitecuras con apariencia de consciencia social”. Un triste ejemplo de esto es el trabajo de Andrés Jaque. Estamos frente a un fenómeno nuevo: el activismo como estrategia de marketing personal. Este fenómeno politicamente se puede relacionar con Podemos y el 11M y las manifestaciones en la plaza del Sol en Madrid, España.
El espectáculo, es la versión del arte más popular y la manera en al que en los últimos años se ha manifestado la cultura, dejando de lado las artes visuales. Esta viene a ser el libro Farándula (Premio Herralde de novela) de Marta Sanz, cuya obra conocí recientemente al colaborar en el libro Tranquilas. Y, añadiría yo, desplazando el performance, una versión crítica, no comercial y desestructurada de arte escéncio, que con un floreciemiento en los setenta y noventa en el momento del ascenso de la galería como lugar de arte, ahora no tiene lugar y ha salido de la escena. Vale la pena hacer notar que el género de la performance era por antonomasia femenino, su figura estrella es Marina Abramovich. No quiere decir que no hubiera hombres importantes en el mismo cómo el caso de Vito Acconci, sino que las mujeres se hicieron visibles en el arte a través del performance. En contraste el género del teatro incluso del de vanguardia es masculino, cuyo exponente máximo podría ser Robert Wilson (con quien por cierto trabaja Marina Abramovich[3] y a cuya obra conozco bien gracias a mi trabajo con Leith Mardemott asitente de Bob Wilson.) El hecho de que son hombres los que tratan el tema de la violencia machista, temas habitualmente abordado por mujeres, y que lo hagan desde el teatro y no desde la performance, habla en mi opinión de un intento de apropiación del activismo por aquellos en el establihment: género hombre y disciplina teatro (en lugar de género mujer y disciplina performance).
Jordi Casanovas, Miguel del Arco y los productores de Jauría (teatro Kamikaze: Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxo) así como Àlex Rigola de Macho Man son dramatrugos hombres y es su primera obra sobre el tema. En los medios la obra se presenta cómo una lucha contra violencia machista, pero ¿lo es? ¿Se puede confiar en las “buenas intenciones” de estos dramatrugos, ya consolidados, cuando es la primera vez en sus carreras, ya que no han hecho ningún trabajo anterior sobre la violencia machista y eligen un momento en el que hablar del tema es una tendencia? Parece oportunismo escénico, pero, diría yo, todo depende de cómo se haga. Llevar la violencia machista a escena no significa de forma automática participar en la erradicación de la violencia machista. Puede, según cómo se haga, reivindicar una posición masculinista. Analizemos el cómo. El medio es el mensaje
Hay individuos que tienen tal impermeabilidad a las convenciones sociales, incluidas las de género, que nunca han sido machistas aún siendo hombres porque cualquier influencia externa, incluido la cultura del hombre, y la de la violación no tiene efecto en ellos. Esos hombres me han dado voz (Enrique Murillo editor de Violación Nueva York y Pepe Monfortes de Lince entre otros muchos) y en ellos he dejado también mi voz (El actor Pablo Vega del Portal, hace mi papel como víctima).
En el lado contrario, hay hombres que violan y matan; son los hombres verdugos. Y hay otros con buenas intenciones pero con malas acciones. Hay algunos hombres que violan a sus hermanas y otros que es sólo cuando tienen hijas que empiezan a pensar en lo qué es la violencia machista. Sí que hay hombres que tienen desde muy jóvenes una conciencia del machismo (ser hombre es ser machista y cada día es un ejercicio de resistir la inercia, dice Carlos Cerda, que hace de violador y del rol de la consciencia en La Jauría de Jana Leo 2018). El primer paso a ser feminista es reconocer que uno es machista, y donde analizar y cambiar esas acciones.
En el día a día, hay hombres que se erigen como un baluarte sobre la violencia machista por hablar una vez o hacer algo sobre ello. Hay hombres que quieren un premio por fregar los cacharros los domingos y dramaturgos que parecen querer una medalla por una obra sobre el machismo. A esos les diría que ser machista es ser parte del establishment. No se puede romper una cosa sin romper la otra. Cualquier aproximación sincera contra la violencia machista debe además intentar desarticular el sistema en el que esta se integra y eludir los canales en la que la misma prospera, evitar el abanderamiento en lo establecido y el modo de hacer espectacular. Establishment significa entre otras cosas, una manera de hacer basada en tecnicismos.
Cualquier aproximación sincera contra la violencia machista debe además intentar desarticular el sistema en el que esta se integra y eludir los canales en la que la misma prospera, evitar el abanderamiento en lo establecido y el modo de hacer espectacular. Establishment significa entre otras cosas, una manera de hacer basada en tecnicismos.
Hay hombres que se victimizan así: ¿Qué opción tengo entonces como hombre? ¿Qué pasa, que ahora se me a va a criticar por todo lo que hago incluso cuando intento hacer algo? Es el momento del debate masculinista. Hay una práctica machista pero no hay hasta ahora, en España, una teoría “masculinista” que defienda la perspectiva de los hombres. El termino feminismo engloba ambos sexos en el derecho de la igualdad. “Masculinismo”, término que aplico por oposición al feminismo, trata los derechos de los hombres, sus necesidades y perspectiva, no la igualdad entre sexos que se engloba en el feminismo. El machismo es el uso de fuerza, poder, abuso y maltrato como afirmación de lo masculino. A diferencia, el masculinismo, es la simple afirmación de lo masculino sin el uso de fuerza. Pero como idelología puede ser antifeminismo cuando abandera la superioridad del hombre y su poder de dominar.
Celebro que los hombres hagan teorías en lugar de carnicerías y que en sus teóricas de género (textos, obras escénicas, instalaciones…) desarrollen sus propias líneas argumentativas. Hay que recordar que esta teoría y un proceso de análisis tan necesario sobre lo que es ser hombre no se esta dando de modo natural. Las mujeres se han repensado y cambiado hasta la saciedad. Hay teorías feministas, y en el día a día, hay horas y horas de análisis sobre el tema de la sexualidad por parte de las mujeres que no existe, de la misma forma, por parte de los hombres. El género masculino no se ha replanteado una postura y un cambio en el siglo XXI hasta ahora.
Han sido las manifestaciones de las mujeres en la calle, la discusión de los medios y sobre todo la perspectiva del cambio de la ley del consentimiento del no al sí (el presunto agresor ha de probar que sí hay consentimeinto, el peso de la prueba recae en el agresor no en la víctima) lo que está obligando a que los hombres dediquen tiempo y energía al tema y construyan sus argumentos.
Entiendo que aquí, como el inicio de una teoría masculinista y no como una suma al feminismo, puede encajar esta dramaturgia de hombres. Entiendo sus obras como una defensa. No combaten la violencia machista sino que intentan defenderse de las consecuencias que por el hecho de ser hombres podrían tener de la misma. Ellos con ese gesto dicen: nosotros somos hombres pero no somos así.
La opción de una teoría “masculinista” es menos brutal que la de una práctica machista (la violencia de género) pero esta no se debe confundir con el feminismo. Siguen siendo los hombres que están dentro del establihment quienes tienen el control y la voz. Y son los hombres los que nos quitan nuestras vidas o los que no las escriben al ignorarnos en la historia.
[1] Cadena Ser, Madrid 09/01/2019 – 14:41 h. CET. Analizemos el cómo
https://cadenaser.com/ser/2019/01/09/cultura/1547041276_435124.html
[2] el País Madrid 27 JUL 2018 – 16:29 EDT https://elpais.com/cultura/2018/07/24/actualidad/1532423109_336825.html
[3] The Life and Death of Marina Abramovic — Robert Wilson
SEGUNDA PARTE: ALIENACIÓN
La Jauría, El Portal, La Novicia de Jana Leo. Neomudejar, 20 de Mayo del 2018
En 2018, Jana Leo realiza la pieza La Jauría https://vimeo.com/283207700. Esta pieza ha sido y está siendo llevada a escena de forma aislada o integrada en el proyecto No Violarás el cual consta de tres piezas: La Jauría, El Portal y La Novicia que se llevó por primera vez a escena el 20 de Mayo de 2018 en la sala Neomudejar[1] de Madrid.
La pieza tal y como se puede ver en video es una performance para la cámara, que se muestra por sí sola y tiene entidad propia como película y como obra que dentro del programa NO VIOLARÁS Campaña de educación para la prevención de la violación a través de material artístico se lleva a centros educativos y residencias universitarias. Este proyecto pionero en llevar la violencia sexual a escena es parte de una campaña de educación para la prevención de la violación a través de la creación. Jana Leo cuenta con una extensa trayectoria, de treinta años, hablando de la violencia de género desde el arte. Su último libro publicado en España a éste respecto es Violación Nueva York, 2017.
La Jauría es una obra de Jana Leo estrenada en Mayo de 2018; Jauría de Jordi Casanovas y dirigida por Miguel del Arco que se estrena en el 2019. La segunda obra tan similar (título y estilo) perjudica a la primera. La obra Jauría tiene el mismo título que la mía (yo, quien escribo soy Jana Leo): La Jauría, pero se estrena después. Ambas obras tratan el tema de la violación en grupo. Ambas son documento/ficción. La suya trata el proceso judicial de la manada, la mía está basada en mis propias experiencias. Ángeles Garcia [2] de El país, me entrevistó mientras la estaba realizando. Hubo extensa prensa del proyecto. La obra con imágenes salió en el telediario[3]. En Noviembre de 2018, la obra se lleva a los centros culturales a través de madriDistrito[4].
Desconozco el proceso de Jordi Casonovas al escribir y al elegir el título ni los pasos hasta la producción con Kamikaze pero sé que mi obra se estrenó antes y que el mismo nombre sobre el mismo tema la está perjudicando. Contacto a Kamikaze, la productora de Jauría. Les mando información y sabiendo ya de la existencia de mi obra con el mismo título y estrenada antes que la suya (se estrenará el 25 de enero de 2019) me contestan que no van a cambiar el nombre. No tienen obligación legal de hacerlo.
Desde Kamikaze me dicen que no sabían de mi obra. Añaden que lo sienten, pero que a pocos días del estreno no van a cambiar el título y que además el título es lo de menos. Estoy de acuerdo con que ahora ya es tarde. El daño está hecho. El consentimiento se pide antes de hacerlo no después ¿Por qué no han preguntado antes? ¿Han mirado otros trabajos sobre la violencia sexual, y han hecho una investigación para ver si ese título ya existía sobre la misma temática? Parece que no. El perjuicio se podría haber evitado fácilmente si en lugar de “primero lo hago y luego pregunto” hubieran hecho una tarea previa. Ellos trabajan sobre lo documental y no sobre temas feministas. Razón de más para mirar lo existente. Cuando uno se aventura a un campo nuevo no estudiarlo es una falta de respeto contra esa tradición, en este caso el del arte feminista. Estoy en desacuerdo con que el título no sea importante.
Me molesta tomen mi petición con ligereza. Es cómo el que no pide consentimiento antes del coito y cuando se le recuerda esa obligación te dice: bueno sí, no pedí permiso pero lo que hice tampoco es para tanto. No puedo evitar hacer esta analogía, porque las obras cuyo título estamos discutiendo aquí van sobre el consentimiento.
La primera regla, diría yo, si la intención de un trabajo es erradicar la violencia machista sería no aplicar su mismo esquema:”No se considera violación al no haber dicho no”, “No se considera plagio porque el título es común”. Aunque a nivel técnico (legal) no fuese plagio porque el título en sí mismo es una palabra normal, “jauria”, a nivel real, son dos obras con el mismo título; una parte de una trayectoria contra la violencia machista de treinta años, y la otra parte no tiene trayectoria anterior contra la violencia machista. ¿Cuales son los principios de la actuación, los éticos o los tecnicismos?
El establiment lo es porque subordina la etica bajo la técnica. Es bajo tecnicismos que se pasan la mayoría de las injusticias del siglo XXI. Basta con mirar la obra de George Tooker[5], pintor fugurativo americano cuya obra sobre la alienación es extraordinaria, un ejemplo es Governement Bureau, 1956 (oficina del govierno). Desde esl punto de vista del contenido, y a lo que no puedo contestar de momento pues no he visto su trabajo ¿Es la obra de Kamikaze, una crítica a las instituciones, en su servicio a la alienación y no al individuo como lo hace George Tooker, o es al contrario una contribución a la alienación del individuo?.
Aqui sólo habló desde el punto de vista del proceso y siento que me han dado un golpe bajo, un puñetazo en el estómago. Desde hace días ando encogida. Con mi trabajo, No Violarás (la Jauría, el Portal y la Novicia) es la primera vez que se trata el tema de la violencia sexual desde el teatro y aplicado a la educación. Antes con Violación Nueva York había contribuido a abrir una conversación en España sobre el tema como autora. Su obra con el mismo nombre que la mía crea confusión y como la suya tiene una producción masiva (campaña de publicidad como la de un producto commercial: carteles pegados por las calles y en los autobuses, etc..) mi obra queda eclipsada.
Desde Kamikaze, me explican que lo sienten pero que es una cuestión práctica, ahora a diez días del estreno no pueden cambiar el título ¿qué vamos a hacer poner tipex o una tira encima de los carteles con el nuevo título? Recuerdo algo parecido que me pasó a mí con El Portal, la otra obra del proyecto No Violarás. Me llama Aberto García Alix, amigo al que le enseño la obra, y me dice: “Jana tienes que quitar el nombre de la camiseta del violador. La película ya está hecha, acabada, le digo. Ya, pero es el logotipo de la tienda de mi amigo motero, es una tienda muy pequeña; quizás te denuncie y sino lo hace él lo hará Harley Davidson. Pero ese no es el tema, el problema es asociar la violación con los moteros”. No me gustó lo que estaba oyendo pero tenía razón. Había que rodar otra vez con otra camiseta o poner una máscara en cada fotograma. Y así se hizo. Kamikaze tuvo la opción de enmendar los carteles y hacer una comunicación a prensa con lo sucedido. Es engorroso, pero posible. Optó por la opción de no reparar. Desde su punto de vista no había nada que reparar.
Jordi Buxo me dice que la trayectoria de Kamikaze es la del teatro verbatim o el teatro documental. Al no recibir respuesta a mi petición de cambio de título, le escribo: “Te agradecería enormemente que cambiaras el nombre Jauria, y si fuera por Manada vuestro proyecto ganaría en coherencia conceptual. Si es teatro documental y se documenta la manada ¿Cuál es el sentido de usar una alegoría en Jauría?”.
Sobre la precisión en el uso del título Jauría. Una “Jauría” es un conjunto de perros que recogen la presa en una montería. Una jauría es un grupo de animales sueltos. Mi obra es una representación de la situación de la agresión sexual, donde se ve el acoso del grupo mientras está sucediendo. En la suya, en el juicio, los hombres agresores ya han sido capturados, ya no son jauría. El estilo de la escena en el cartel, en camiseta, tiene el mismo poblema. Se sale de fiesta en vaqueros y camiseta. Mi obra trata de abstraer la estructura de una violación en grupo y la camiseta (sin cuello de manga corta) es una prenda neutra. Pero la camiseta que los de Jauria usan en el cartel no es ropa de juzgado. Por otro lado, yo decidí ponerle La Jauría porque parte de su Etimología[6] es del árabe hauiya, una especie de danza y del griego Khoreia un coro. Lo que hago en La Jauría es una especie de baile, una danza del acoso y una coreografía sobre el escalamiento de un abuso. En mi caso la obra es una ficción documental que está basada en mis propias experiencias, la alegoría “jauría” entonces encaja. Desde el punto de vista del rigor intelectual y artístico el título jauría que usa Kamikaze parece no tener sentido. En su caso tiene más sentido manada entendido como cuadrilla.
Al reiterar mi petición de que cambien el título me repiten que no, que el título no es importante. Me invitan a que vaya, vea y disfrute de su obra. Lo del título es un signo que implica una ofensa mayor. “Yo como cualquier ser libre no celebro las ofensas, las afronto. Yo no puedo sonreir a la ofensa, aunque quisiera, y fuera lo más fácil, no lo puedo hacer me estaría traicionando a mí misma”.
Hablando con miembros de mi equipo sobre por qué esto es una ofensa, me dice Sergio Tombesi[7] : “No sabían (los autores y productores) que había una obra con el mismo título”… vale supongamos que es cierto, pero ahora sí lo saben. Y lo que hasta ahora podría haber sido un error o una falta ahora es una ofensa”. En el momento que tienen la información (hay una obra anterior sobre el tema de la violación en grupo con el título La Jauría estrenada antes) y no hacen nada por repararlo (cambiar el título, poner una pegatina encima o explicar a prensa lo que ha pasado, etc…) ahora sí han copiado el título, ahora es una ofensa. Sergio sigue: imagina que tú ves dinero en la calle y lo coges, no tiene nombre, no eres un ladrón, pero si alguien te dice: mira es que se me ha caido a mí y te enseña una grabación de una cámara, y te lo quedas es un robo. De error ha pasado a ofensa.
La pieza Jauría de Kamikaze producciones, lleva a escena el texto del proceso judicial de la Manada. Aquí veo que presenta un dilema ético: una pieza sobre una ofensa a la vez ofende.
La víctima de la manada no tiene opción. Se encuentra en una situación en la que al no haber dicho que NO verbalmente durante la agresión, en el juicio se dice que no es violación pero si hubiera dicho que no, literalmente quizá la hubieran matado. Aquí cinco hombres: Jordi Casanovas, Miguel del Arco y Jordi Buxo en representación de los otros productores de Kamikaze (Israel Elejalde, Aitor Tejada ) me ponen (a nivel metáforico) como a la mujer de la manada en una situación en la que no tengo opción. No puedo demostar que me han copiado la idea del proyecto: llevar la violación en grupo al teatro porque no tengo manera de saber ni probar si ellos han visto mi obra anunciada en las noticias, o si han leído los artículos de prensa y de manera inconsciente los han asimilado y luego lo han percibido como si fuera una idea suya y lo han sacado como proyecto. No puedo demostrar que nos han copiado el proyecto: lanzar un programa de educación para prevención a la violación que vaya a los centros educativos[8]. Pero siendo más grandes, y con el mismo nombre, en la mente de todo el mundo, después de una obra con promoción en la calle en autobuses, todos pensarán que La Jauría es suya. Mi obra se quedará eclipsada y además para que no me perjudique más a mí ni a la obra (para que no llegue hasta que yo no pueda usar el nombre de la cosa que se me ha robado, entonces tengo que relajarme y callarme, aceptar y disfrutar: celebrar su obra, y asistir a la misma, formar parte de su programa). Así, veo que Jauria, es una pieza sobre una ofensa que a la vez ofende.
El 25 de Enero estrenan la obra de Jordi Casanovas con el título de Jauría que tiene el mismo título que la mía, la Jauría, hecha en Abril de 2018 para vídeo y estrenada en escena el 20 de Mayo de 2018. El 25 de Enero de 2001 fui violada en mi casa. Ahora siento que Jordi Casanovas, Miguel del Arco, Jordi Buxo, Israel Elejalde y Aitor Tejada celebrasen mi violación con su obra.
19 de Enero del 2019
Semanas más tarde desde Kamikaze están dolidos, indignados y ofendidos y les parece denunciable mi escrito. No quieren saber nada de mí, ni de mi obra, no hay reconcialiación posible, dicen. Mientras me llegan estas noticias estoy traduciendo el texto sobre la humillación que escribí cuando yo misma estaba bregando con el tema en los años siguientes a mi violación en Nueva York, y pienso en la mujer durante su violación por la Manada:
” El que acaba de cometer una atrocidad contra otro, quiere su acto borrado. No solo quiere que su acto se borre de la memoria de su víctima, a menudo la víctima se ve obligada a permanecer en silencio por la amenaza de muerte o se la mata para asegurar el silencio, sino que, además, el agresor quiere que su acto se borre de su propia memoria. Una de las razones por las que un agresor toma fotografías es para borrar un acto violento. Transferir el horror a una imagen, incluso a riesgo de ser incriminado, ofrece la ilusión de eliminar el acto de su mente. La memoria se transfiere de la mente a la cámara y, en este proceso, se borra. Las fotografías son objetos de olvido.
El agresor quiere borrar la memoria de los hechos. La aspiración de la víctima es olvidar las emociones mientras recuerda los hechos. La víctima necesita un registro para mantener su cordura (la herida que establece la realidad de la lesión)… Si la memoria fuera sobre hechos, la víctima tendría menos problemas, pero el sentimiento de humillación asociado al trauma y el revivir la incomodidad de la experiencia lo evitan. Para la víctima, la tarea no es olvidar, sino separar los hechos de los sentimientos y valores, de distinguir los registros de los recuerdos. Para la víctima, la tarea es eliminar la emoción y valorar el hecho. No se trata de olvidar sino de perder la memoria. Para el torturador se trata de borrar los hechos, incluso hasta el extremo paradójico de producir registros y de ese modo quitarlos de su cabeza y lograr el olvido. En el momento del asalto, la víctima trata con dolor y miedo; retrospectivamente, la víctima brega con la humillación. En tortura o violación, la única arma de la víctima es su memoria. Sin embargo, la memoria obliga a la víctima a revivir el pasado y, por lo tanto, pone el arma contra sí misma. Recordar es el poder de la víctima pero la memoria es su mayor tortura.”
Mientras sigo traduciendo pienso en el proceso judicial en La Manada, pienso en el sentimiento de humillación cuando se desestima una ofensa. Y me viene a la cabeza lo que una amiga mía sicóloga victima tambien de violación me decía ser la mayor secuela de la violación: no es la dificultad para el coito o las relaciones sexuales sino la baja resistencia a soportar la humillación.
Jana Leo
14 Febrero del 2019
[1] Enlace a la nota de prensa de la puesta en escena de la Neomudejar: http://www.laneomudejar.com/jana-leo-no-violaras-performance/a
[2] El país, Ángeles García, Madrid Abril 26 2018
La artista que denuncia su violación en una obra. La española Jana Leo representa en Madrid una triple ‘performance’ que narra agresiones como la que ella sufrió en Nueva York
https://elpais.com/cultura/2018/04/26/actualidad/1524763353_854434.html
[3] RTVE Noticias de la 1 Angela Miranda, 18 Mayo 2018
http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/telediario-21-horas-18-05-18/4606196/ Minuto 03428
[4] Enlace a la nota de CiudaDistrito de la performance: https://ciudadistrito.es/tag/jana-leo/
[5] “ ….The Subway (1950),[6] Government Bureau (1955-1956), The Waiting Room (1956-1957),[7] Lunch (1964), Teller (1967), Waiting Room II (1982), Corporate Decision (1983), and Terminal (1986).[2][8] These works are particularly influential, because they draw from universal experiences of modern, urban life. Many portray visually literal depictions of social withdrawal and isolation. https://en.wikipedia.org/wiki/George_Tooker
[6] http://etimologias.dechile.net/?jauri.a
[7] Sergio Tombesi del equipo No Violarás y administrador de la Fundación Mosis; Modelos y Sistemas Arte y Ciudad que es la productora de La Jauria.
[8] Con una ayuda a la creación del ayuntamiento de Madrid 2018 para la Fundación Mosis; Modelos y Sistemas Arte y Ciudad comenzamos NO VIOLARÁS
Campaña de educación para la prevención de la violación a través de material artístico.
http://fundacionmosis.com/No
Violaras/NoViolaras.htm
¿Qué teatro necesitan los niños?
Un programa educativo de prevención a la violación para niños claro suena bien y, de hecho, es necesario. Los niños necesitan urgentemente un cambio en sus conductas y mostrárselas en un escenario puede ayudar a ponerles frente a situaciones, códigos o comportamientos con los que están familiarizados y nunca antes han juzgado. Además, los niños entienden el teatro. De hecho, ellos son teatro, son actores, porque todos lo somos y actuamos constantemente en nuestras relaciones con los demás y en la forma en que nos relacionamos. Pero, ¿qué teatro necesitan los niños?
Jauría es una pieza de teatro creada por Kamikaze producciones para un uso convencional y comercial, es decir, tiene sus contratos, sus giras, sus representantes, su publicidad, sus actores, su venta de entradas, su campaña de marketing etc. La dirección natural de ésta es completamente adversa a la dirección de los centros educativos.
Llevar el teatro, o cualquier arte, a un centro educativo requiere un bagaje que difícilmente se consigue en unos pocos meses y cuando se va a tratar un tema como la violación y la violencia que se ejerce sobre la mujer en entornos juveniles, cualquier frivolidad se tiene que quedar a un lado. Todos coincidimos en que acercar el arte a los niños es necesario, pero las piezas que hay que acercar a los niños son muy diferentes que las que están colgadas por ejemplo en una galería de arte. Efectivamente se puede tratar el tema desde una obra pero, ¿por qué creer que una obra cuyo origen es comercial pueda también encajar en un circuito educativo?.
Todo arte tiene un sentido educativo, y estoy seguro de que Jauría (Kamikaze producciones) lo tiene, pero su sentido educativo está en el teatro. Y si los adolescentes no consumen ese teatro, seguramente es porque el lenguaje teatral no es el que mejor entiendan. Llevar este teatro a las aulas sería un proyecto, primero, de acercamiento del teatro a los jóvenes, y segundo, de acercamiento de los temas que trata la obra a los adolescentes. Es decir, deja en un segundo plano el tema principal que ha de tratarse, en este caso el abuso, pasando a ser protagonista la obra en sí.
Todos conocemos ya, y sobra dar ejemplos, que la “responsabilidad social” en las empresas es un mero trámite, un lavado de cara de como las actividades que desarrolla la empresa y que afectan negativamente a la sociedad pueden quedar en un segundo plano si la empresa tiene una fundación, promueve la cultura, el deporte etc. Con las personas esto también sucede, políticos, artistas, deportistas, en definitiva, celebrities, que, mediante una campaña de marketing, mejoran su imagen llevando a cabo ciertas acciones a favor de una demanda social o sumándose a un movimiento activista. Esto no puede ser criticado desde el punto de vista de que ayuda a promocionar y a dar voz a estos movimientos. El problema aparece cuando hay gigantes que se aprovechan de los progresos que la sociedad ha conseguido para ganar así cierto rédito económico o electoral o, simplemente, mejorar su imagen.
No niego la buena intención de Kamikaze Producciones pero, como ya se ha hecho antes tantísimas veces, parece ser que lo que se pretende es utilizar el feminismo y el activismo social como campaña de marketing. De esta manera creas una segunda dirección a una obra comercial que ayude a reafirmar su valor como obra y te ayude a colgarte la medalla de activista sin que te pertenezca. El activismo social conlleva un trabajo y una dedicación detrás que, si se hubiese realizado, no estaríamos hablando de oportunismo, no estaríamos hablando de la primera obra que trata la violación por parte de Kamikaze Producciones, ni estaríamos hablando de un proyecto dirigido solo por hombres, porque, lo normal, hubiese sido contactar con asociaciones de víctimas y requerir, casi suplicar, su colaboración directa en el proyecto. Y, por supuesto, no estaríamos hablando de dos obras con el mismo nombre, ya que con una mínima búsqueda de otros proyectos, artistas o personas que hayan trabajado sobre el tema, se hubiese encontrado el proyecto La Jauría de Jana Leo.
Carlos de la Cerda
“Violador 3” La Jauría estrenada en Madrid en Mayo del 2018.