Tomar medidas para evitar la instrumentalización del arte y de la ciudad.
El “arte” y la “cultura” han dejado de ser un nombre para convertirse en un adjetivo: “lo artístico” y “lo cultural”. Esta transposición conlleva, que el arte y la cultura son un simple añadido, un complemento del arte, y no fines en sí mismos. Se debería de prestar especial atención a no favorecer la explotación de una ciudad por su “valor añadido cultural”.
Apoyar el arte que por su propia calidad y fuerza, indirectamente, fortalece el futuro de la ciudad y del turismo, evitando que se produzca en las ciudades el efecto de devastación que el turismo mal entendido ha producido en lugares de belleza natural como la costa. La cultura no puede ser cómplice con la conversión de la ciudad en meros centros de servicios.
Las ciudades se convierten en meros centros de recursos incluyendo los artíticos. Una actividad se define por su actividad física, esto es comercial, o cultural sino tambien por su actividad mental, activación de políticas, intercambio de ideas y encuentros. Lo “mental” y no sólo lo etnográfico es también patrimonio inmaterial. Al apoyar al patrimonio inmaterial hay que subrayar la necesidad de repensar a qué denominamos “inmaterial” e incluir en esa denominación la abstracción, las ideas y su manifestación concreta es decir no sólo la actividad intelectual sino la acción mental, la conceptualición.
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